Cuando el éxito no es sinónimo de plenitud
Si alguien me hubiera dicho hace algunos años que mi camino profesional no terminaría en una oficina corporativa, sino en un consultorio ayudando a otros con su bienestar emocional, probablemente no lo habría creído. Toda mi vida había estado bajo la idea de que el éxito era sinónimo de reconocimiento y estabilidad.
Yo era de esas personas que tenían todo bajo control, y desde siempre fui muy disciplinada y autoexigente. Destacaba en la escuela, en el trabajo, en cada meta que me proponía. Me volví experta en anticiparme a las expectativas de los demás, en hacer “lo correcto”, en seguir el camino trazado hacia una vida que, en papel, parecía perfecta.
Pero algo dentro de mí no encajaba.
Siento que me falta algo
No estás para saberlo, ni yo para contarlo pero, tuve una carrera profesional exitosa en ventas y marketing. Trabajé en grandes empresas, alcancé puestos con los que yo “soñaba”, logré mi independencia económica, tenía una relacion estable. Pero había un vacío, una sensación un tanto incómoda y constante, de que me faltaba algo más .
Ese “algo” no apareció de golpe, sino que se fue manifestando en distintas formas: cansancio emocional, estrés, una sensación de no estar en el lugar correcto. Y aunque intentaba ignorarlo, mi cuerpo me lo recordaba de diferentes formas y estaba completamente desconectada de mí misma.
Fue ahí cuando empecé a cuestionarme: ¿esto es lo que realmente quiero?
Mi “AHA- Moment“
Como en muchas historias de crisis, el punto de quiebre llegó cuando decidí hacer algo fuera de mi zona de confort. Sí, renuncié a mi trabajo, ese que tanto me había costado conseguir y por el que lo daba, literalmente, todo, y mientras decidía qué hacer con mi tiempo y con mi vida, mi hermana me recomendó entrar a un diplomado en Psicoterapia de Arte, inicialmente por curiosidad y sin la intención de cambiar mi carrera. Pero fue ahí donde todo hizo clic.
Descubrí que necesitaba sanar, y que esto no era un proceso que podía controlar como todo en mi trabajo, no era un proceso intelectual, era algo simbólico y profundo dentro de mi. Abrí mi mente, dejé de ser tan rígida y entendí que las emociones no siempre se resuelven con lógica, sino simplemente sintiéndolas y conectado con uno mismo. La creatividad y el arte me ayudaron mucho para lograrlo.
Pero a partir de que me permití reconectar conmigo misma y logré tener más claridad de mis verdaderos deseos, el camino fue más claro y no solo decidí dejar de lado mi carrera profesional en marketing, decidí estudiar una maestría en psicoterapia con enfoque transpersonal. ¿Has escuchado hablar de Carl Jung? Sí, ese señor que básicamente dijo que dentro de nosotros hay algo oculto llamado sombra y que te aferras a no querer ver viviendo un poco en la ignorancia de tí mismo, un genio… y también el responsable de que hoy entienda que sanar no es solo hablar del pasado o cambiar patrones de pensamiento, sino integrar todo lo que soy, incluso esas partes que evitaba mirar. Y no, no necesitas estar iluminado o meditar en el Himalaya para hacerlo. A veces, todo empieza con una simple pregunta: ¿quién soy cuando dejo de intentar encajar en lo que se espera de mí?”
Sanar primero para acompañar después
Este viaje no ha sido solo académico, ha sido profundamente personal. Para acompañar a otros en su proceso, primero tuve que empezar el mío.
Tuve que aprender a soltar el perfeccionismo y la autoexigencia. A dejar de definirme solo por mi productividad y mis logros. A darme permiso de sentir, de equivocarme, de reinventarme.
Y en ese camino, entendí algo importante: la verdadera sanación no es eliminar las partes de nosotros que duelen, sino aprender a integrarlas con compasión.
El síndrome del impostor
Cambiar de rumbo y empezar desde cero es, sin duda, un acto de valentía, pero eso no significa que haya sido fácil. He pasado por crisis existenciales, momentos de pánico, altas y bajas, dudas constantes y una pelea interna con mi síndrome del impostor. A veces me he preguntado si no hubiera sido mejor quedarme en lo que ya conocía, en lo que era estable y seguro. A pesar de los miedos, la incertidumbre y todo lo que implica volver a empezar, aquí es donde me siento plena. ¿Difícil? Sí. ¿Lo volvería a elegir?, 100 veces sí.
PsicoFlow: Un espacio seguro para el autoconocimiento y la transformación
Hoy, a través de PsicoFlow, mi propósito es crear un espacio donde más personas puedan iniciar este camino. Un espacio donde la psicoterapia no sea solo un lugar para “resolver problemas”, sino una herramienta para conocerte, para conectar contigo mismo/a y para vivir desde un lugar más auténtico y pleno.
Me gusta ayudar a personas que, como yo en su momento, sienten que algo falta, que saben que hay más en su vida, pero no saben cómo encontrarlo. Acompaño a quienes están listas/os para mirar hacia dentro y empezar a transformar su relación consigo mismos y con los demás.